viernes, 2 de octubre de 2009

Un paseo por Aysén, plena Patagonia chilena



¿No lo creo si no lo veo?
ESTOS MAPAS NO MIENTEN


Encontramos este video en la web, bastante interesante, el cual nos resume superficialmente la perdida de la Patagonia, dejándola a manos argentinas…

TE INVITAMOS A VERLO!




¿Qué es la Patagonia?

La Patagonia es una región geográfica ubicada en la parte más austral del Cono Sur, en Sudamérica. Abarca territorios en Argentina y Chile, separados ambos principalmente por la Cordillera de los Andes.

No existe un consenso generalizado sobre los límites de la región patagónica; en Argentina es habitual considerar como pertenecientes geográficamente a la Patagonia a todos los territorios al sur de los ríos Colorado y Barrancas. Políticamente existe la Región Patagónica que abarca además a la Provincia de la Pampa. En Chile es tradicional y de mayor consenso considerar como patagónicos a los territorios que se extienden al sur de la boca del seno y fiordo de Reloncaví, el río Petrohué, el lago Todos los Santos y el cerro Tronador (sin incluir el archipiélago de Chiloé). Dentro del territorio patagónico se incluye la Isla Grande de Tierra del Fuego y el archipiélago cercano a él hasta el Cabo de Hornos.

La Patagonia se subdivide a su vez en dos zonas, conocidas como Patagonia Occidental o chilena y Patagonia Oriental o argentina. En parte de esta zona la Cordillera de los Andes es el límite entre Chile y Argentina. Sin embargo, ambos lados de la cordillera presentan características notoriamente diferentes.


Pero ¿A cuánto renunciamos?

En la guerra del Pacifico se tomó la decisión de por qué zona (con sus respectivos recursos) Chile iba a pelear para salir de la crisis económica por la que pasaba, al optar por la guerra contra Perú, Chile ganó de este conflicto el salitre, el cual terminó siendo explotado por los británicos y recién cuando el Estado chileno empezó a beneficiarse de verdad con sus ingresos, los alemanes inventan uno sintético mucho más efectivo.

Pésima desiciòn, el salitre nos duró poco, mientras los argentinos tuvieron buen ojo al reclamar la Patagonia, encontraron mucho gas natural (¡rayos!, ahí estaba la solución al problema actual) y riquezas ganaderas que hasta el día de hoy mantiene su economía

Aquí aparece mas detallado todo lo que Chile se perdió


  • RIQUEZAS MINERALES


Importante red de oleoductos, gasoductos, y poliductos, para trasladar estos combustibles y sus derivados desde las zonas de producción hacia las de mayor consumo dentro del país incluso exportándose a Chile.

Se explota carbón, en Río Turbio, hierro en Sierra Grande, turba en Tierra del Fuego, uranio en Chubut, existiendo proyectos de explotación de otros minerales, entre otros, oro y plata , en Cerro Vanguardia, Santa Cruz.

La Patagonia argentina, cuenta con una gran riqueza mineral. En su subsuelo encontramos petróleo, gas, carbón, oro plata, plomo, etc.

Las reservas establecidas para la cuenca Neuquina alcanzan en la provincia a un 12% del total nacional.

La actividad minera cuenta como principal riqueza el petróleo, cuya zona de explotación mas notable es la de Comodoro Rivadavia, encontrándose yacimientos de este combustible y de gas en Neuquen, Plaza Huincul, Río Negro...

La explotación de combustibles privilegia la del gas, realizada mediante gasoductos como el GasAndes, que transporta el fluido desde el Yacimiento Loma de la Lata en Neuquen hasta San Bernardo en las afueras de Santiago de Chile, con prolongación a Valparaíso.

Conteniendo casi el 70% de las reservas totales de gas, la cuenca neuquina se ubica en el primer lugar del país, siendo los principales yacimientos loma de la Lata, Sierra Barrosa y Centenario. Aunque una parte de las exigencias gasíferas todavía se ventean, la temprana construcción de gasoductos permite proveer de este fluido a la costa atlántica, al litoral industrial y con el Gasoducto Centro Oeste que parte desde La Lata a la zona cuyana y a las provincias de San Luis, Córdoba y Santa Fe.


POTENCIAL HIDROELÉCTRICO


Trece De las cuencas pluviales mas importantes del mundo, se ubican en el sur del continente, desde San Martín de los Andes hasta la Xa. Región en Chile.

Agua Salada

97,5

Agua Dulce

2,5

Glaciares y Nieves Perpetuas

68,9

Agua Dulce Subterránea

28,9

Lagos y Ríos

0,3


GANADERÍA Y PESCA


La cría de ganado ovino constituye uno de los principales recursos económicos

porque se adapta a los rigores climáticos, por estar protegidos con su espesa capa de lana, y a los pastos duros con los que se alimenta.

Podemos nombrar razas como la Corriedale, para carne y lana, encontrándose también Merino Argentino y Merino Australiano, grandes productores de lana.

En Santa Cruz es muy importante esta actividad ganadera, en Río Negro los rendimientos lanares no son definitivamente altos por lo que se procura intensificar la cría de ganado vacuno, y en Neuquen no se encuentra muy desarrollada.

Una riqueza incalculable es la ictícola, fuente de ingreso en la economía nacional. Abundan el pejerrey, anchoitas, el abadejo, langostino, camarones, merluza, centolla, crustáceos, como importantes extensiones de algas, también se pesca el surimi ,que mediante un proceso se transforma en kani kama.

Cómo la argentina logró forzar a Chile a entregar la Patagonia en 1881 Bases del Uti Possidetis:


Breve repaso por las fronteras coloniales de Chile y Argentina.

Hasta 1810 la base de la soberanía de cada República en la América emancipada era el principio de Uti Posidetis Juris, es decir, que poseería el mismo territorio que le correspondía desde la colonia y al momento de la independencia de 1810. Esto significa que la República de Chile debía poseer lo mismo que la gobernación de la capitanía de Chile, y la de Argentina lo mismo que el virreinato de la plata o de buenos aires. Aquí veremos cuales son los fundamentos de estos derechos históricos que comenzarían a ser atropellados sistemáticamente hasta nuestros días, volviendo ya incompatible el Uti Possidetis Juris de 1810 entre ambos países con la actual situación de fronteras y limites vigentes (seguir leyendo).

La campaña propagandística y diplomática del expansionismo argentino sobre la Patagonia, vino con la estrategia de aparentar ante las autoridades chilenas una disposición al diálogo, mientras preparaban secretamente alianzas y ofensivas estratégicas que estuvieron al borde de concretarse con consecuencias bélicas luego de la ocupación de santa cruz por la escuadra argentina y después la famosa "expedición del desierto", ordenada por el general Julio Roca. Aprovechando la compleja situación militar en la que se encontraba Chile en la guerra del pacífico por el norte, la Argentina logró imponer la firma del tratado de 1881, consiguiendo incorporar a su territorio cerca de un millón de kilómetros cuadrados de superficie patagónica que, por derechos jurídicos e históricos, correspondían enteramente a chile.

La historia de las ocho entregas de territorio chileno a la argentina entre los años 1881 y 1998:


Todo empezó cuando argentina abrió un debate sobre la posesión de la Patagonia, tras la fundación del fuerte Bulnes por parte de chile, en 1843... Hasta hoy, las ocho entregas de territorio se debieron no solo al oportunismo contextual de las autoridades platenses, sino principalmente a la nefasta acción de los entreguistas chilenos, que no ven valor alguno en el territorio como para defenderlo o luchar por el (teoría de los "pedacitos mas, pedacitos menos").
Entregas
Durante nuestro período independiente, Chile ha seguido una denigrante política de límites con Argentina, que ha desembocado en la entrega gratuita de un millón 264 mil kilómetros cuadrados a nuestros vecinos del este, en seis entregas, cuyos conflictos han sido siempre originados en Argentina. Política entreguista de límites por desidia y desconocimiento que, desgraciadamente, se ha mantenido hasta hoy. El primer gran enemigo de ese tratado fue un chileno, don José Victorino Lastarria, quien al dirigirse e 1865 a Buenos Aires como Ministro Plenipotenciario a cargo de obtener la adhesión de Argentina a Chile para combatir la ocupación de parte de España de las Islas Chinchas en el Perú, llevó además la misión de negociar los límites con Argentina, ya que esta nación desconocía los derechos de Chile en la Patagonia, consagrados en el tratado de 1856.


Lastarria, que debía defender nuestros derechos, declaró en Buenos Aires que a Chile no le correspondía pretender soberanía en dicha región y negó enfáticamente la legitimidad de nuestros títulos de dominio sobre la Patagonia, sosteniendo además que la posesión de ese territorio era inútil.

Con la intervención de Lastarria comenzó la cadena de errores, omisiones, indolencia y actitudes entreguistas de Chile en sus relaciones con la República Argentina; y hasta el día de hoy, el país vecino ha encontrado buenos defensores de sus intereses entre nuestros compatriotas.


1.- Primera entrega: tratado de límites de 1881, mediante el cual Chile entregó la Patagonia y parte de Tierra del Fuego, vulnerando así lo consagrado por el tratado de 1856 (límites existentes en 1810), dejando cortada la vía terrestre chilena entre Puerto Montt y Punta Arenas y perdiendo Chile su litoral atlántico.


2.- Segunda entrega: 1892; se desplaza hacia el oeste y sin justificación el meridiano establecido por el tratado de 1881 en el cabo Espíritu Santo de Tierra del Fuego, por intervención personal de don Diego Barros Arana. Este desplazamiento de 2' 38,5'' hacia el oeste del meridiano significó para Chile una pérdida de aproximadamente 620 kilómetros cuadrados.


3.- Tercera entrega: 1899, Puna de Atacama. Por fallo de mediadores, Chile perdió arbitrariamente la mayor parte de la Puna de Atacama que le pertenecía.


4.- Cuarta entrega: Laudo Arbitral de 1902. Chile pierde ricos valles cordilleranos que le pertenecían en conformidad al tratado de 1881, ubicados al poniente de la línea divisoria de aguas. En este caso, se perdió aproximadamente 40.000 km2 de territorio; y esta decisión fue tomada por S. M. Eduardo VII de Inglaterra, teniendo en consideración que Argentina había instalado en esos valles tres asentamientos de colonos (hechos consumados).


5.- Quinta entrega: Laudo Arbitral de 1966. Este laudo vulnera a su vez lo estipulado en el tratado de 1881 y adolece de los mismos vicios del tratado de 1902, al conceder a Argentina los ricos valles comprendidos entre los ríos Encuentro y Engaño, ubicados en Alto Palena.


6.- Sexta entrega. Tratado de Paz y Amistad de 1885. Chile pierde un extenso territorio marítimo ubicado al este de los Archipiélagos de las Islas Wollaston y Hermite y al sur y S.E. del Cabo de Hornos. Entrega además soberanía en los canales fueguinos occidentales, que son aguas interiores, al tener que aceptar la navegación de buques de guerra argentinos, con la salvedad de que esto debe ejecutarse con prácticos chilenos. En esa oportunidad, Chile entregó además la proyección hacia el Atlántico que le correspondía en la boca oriental del Estrecho de Magallanes. Argentina impuso en esa mediación un nuevo principio inexistente hasta entonces en los tratados conocidos: el "principio bioceánico", que ya había sido rechazado en los alegatos del Laudo Arbitral del Canal Beagle. En vista del desconocimiento, indolencia y falta de decisión de los involucrados para defender nuestro territorio, Chile, por primera vez, debe aplazar la decisión para hacer respetar los Tratados, Actas, Protocolos y Laudos, definitivamente consagrados, hasta que dejen actuar a Chilenos patriotas, capaces, conocedores y decididos.




El argumento de estos historiadores argentinos sobre la limitación del territorio nacional, descrito en las primeras constituciones de Chile independiente, fue completamente desvirtuado en el siglo pasado por nuestros historiadores Diego Barros Arana y Adolfo Ibáñez, ya que la Constitución es una ley interna del país y los territorios no se pierden por leyes locales. Argentina pedía la misma línea pegada al Pacífico que presentó en 1991, de manera que ahora presenta como territorio "en litigio" lo que ganó en 1902, o sea, la frontera actual más su antigua aspiración.



CAMPOS DE HIELO SUR Ambos gobiernos han efectuado un trazado que es negativo para los intereses de Chile. En primer lugar, se ha establecido un límite norte que penetra profundamente hacia el oeste a partir del monte Fitz Roy, quedando su vértice a 35 kms. de este hito. Sin duda que este trazado constituye para los árbitros una invitación para conceder a Argentina los territorios que actualmente ocupan fuerzas de Gendarmería en Laguna del Desierto, debido a la proyección que tiene hacia dicha zona este trazado fronterizo. El trazado de la línea fronteriza pasa a menos de 7 kilómetros del seno Andrew, perteneciente al fiordo Asia; y en la parte sur de los Campos de Hielo pasa a menos de 4 kilómetros del fiordo El Calvo, lo que dejará a nuestro país cortado en dos y a Argentina en la ribera del Pacífico, pues los hielos continentales van disminuyendo con el transcurso del tiempo. Cabe señalar además, que el cerro Torres del Paine está situado al oriente del fiordo El Calvo, con lo que eventualmente correría peligro nuestra soberanía en dicho lugar.

Si buscas algo mas profundo…


Chile y el problema de la Patagonia y del estrecho de Magallanes Aparte de lograr la alianza antihispánica, el enviado chileno José Victorino Lastarria traía a Buenos Aires el objetivo secundario de llevar a cabo lo estipulado por el artículo 39º del tratado de 1856 de paz, amistad, comercio y navegación entre la Argentina y Chile, que proponía o bien la negociación diplomática directa o bien el arbitraje como mecanismos para saldar el conflicto sobre la Patagonia y el estrecho de Magallanes.


Pero Lastarria, procediendo más allá de sus instrucciones, propuso al gobierno argentino en febrero de 1865 una transacción que implicaba renunciar a las 9/10 partes de la Patagonia, a cambio de que el gobierno argentino reconociera al chileno la posesión de las 2/3 partes del Estrecho de Magallanes, toda la Tierra del Fuego y la faja que quedaba al sur de la línea imaginaria que se extendía desde Bahía San Gregorio hasta el grado 50 de latitud sur y desde allí hasta el paralelo de Reloncaví. El memorándum que Lastarria envió a la cancillería chilena el 22 de febrero de 1865 permite conocer el contenido de la propuesta. En él decía lo siguiente:


"La transacción sería ventajosa para nosotros porque no son sostenibles nuestros títulos a la Patagonia, y aunque lo fueran, no debemos hacernos ilusiones creyendo que aquella extensión sea otra cosa que tierras primitivas, incultivables y de todo punto ingrata a los hábitos y aspiraciones de la industria.Nuestro límite en el Estrecho hasta la bahía Gregorio nos deja en él una extensión necesaria y aún mayor que la que necesitamos, para nuestra seguridad y para la ocupación de nuestro territorio austral, y como nuestra colonia allí necesita los territorios adyacentes, propongo que nos den el cuadrilátero que formaría una línea que se prolongase desde aquella bahía hasta el grado 50 en dirección recta, al norte, sin embargo, de que nos bastaría con el triángulo que formase esta línea, si se prolongase desde el mismo paraje al punto de intersección del grado 50 con la línea de nuestro límite oriental en la cordillera... Este será el último término de la transacción si no admiten el otro. En cuanto a nuestro límite oriental al norte del grado 50 hasta el paralelo del cerro Reloncaví, propongo una línea en la base de las ramas exteriores orientales de la cordillera, con ánimo de cederles en este punto y fijar una línea en las alturas culminantes que determinan corrientes, como la tenemos en el resto de la cordillera que no está en disputa. Al sur del grado 50, el límite correría por una de las líneas propuestas para dejar territorios adyacentes a la colonia de Magallanes."


Lastarria estaba personalmente convencido de que Chile no poseía derechos válidos sobre la Patagonia y así se lo hizo saber al jurista chileno Miguel Luis Amunátegui, quien justificaba los derechos chilenos sobre la Patagonia y Magallanes. Decía Lastarria:


"Siento saber por su carta del 14 que Ud. se ocupa en probarme que somos dueños de la parte austral del continente americano. Semejante tarea es completamente inútil y no servirá más que para que Ud. luzca su ingenio. Puede ser que no sepa yo como Ud., pero el estudio que he hecho de la cuestión me da la convicción invencible de que no somos dueños de la Patagonia (...). "


Finalmente, las gestiones negociadoras de Lastarria fracasaron por partida doble, pues fueron rechazadas tanto por el gobierno argentino como por el chileno. En el primer caso, el rechazo provenía del hecho de que la diplomacia argentina no aceptaba siquiera poner sobre la mesa de negociaciones la región patagónica. De acuerdo con el historiador chileno Encina, la política exterior de la Argentina apuntaba en este conflicto limítrofe a cerrar a Chile la posibilidad de acceder al Atlántico. En su opinión, contra los deseos de los "americanistas" chilenos de cerrar el conflicto limítrofe, la intención del gobierno argentino era proseguir una política de aplazamiento indefinido de las negociaciones, en espera de que el crecimiento económico argentino en relación a su vecino o una circunstancia adversa para Chile permitiese al gobierno argentino imponer su punto de vista sin necesidad de recurrir a las armas. En el caso del gobierno chileno, la oposición de aquellos de sus miembros convencidos de la importancia de la región patagónica quitó posibilidad a las gestiones de Lastarria. Además el hecho de que el gobierno chileno desaprobara las negociaciones de Lastarria pero no repudiara formalmente sus acciones constituyó un error que la Argentina explotaría frecuentemente en las negociaciones futuras, presionando a Chile para que abandonara sus reclamos sobre la Patagonia. Esta semidesautorización por parte del entonces canciller chileno Alvaro Covarrubias a Lastarria fue planteada en los siguientes términos:


" Las bases propuestas por V.S., están lejos de ser ventajosas, y por mucho que hubiéramos de restringir nuestras exigencias, no podríamos renunciar, en ningún caso, al dominio de todo el Estrecho de Magallanes y de las tierras adyacentes."


La débil respuesta de Covarrubias a Lastarria dejó la puerta abierta para una polémica entre ambos. Lastarria respondió al canciller chileno en una nota del 2 de mayo de 1865 defendiendo su misión en los siguientes términos:


"Respecto del dominio de la Patagonia, V.S. cree que nuestros títulos al dominio de la parte austral del continente son mucho más sólidos que los que puede alegar el gobierno argentino y que, por tanto, están lejos de ser ventajosas las bases propuestas por mí. Yo adopté esas bases porque estoy persuadido de que no tenemos tales títulos, pues que aun el señor Amunátegui, tratando de probar ese dominio, no emplea como medio de prueba sino puras inducciones, fundadas en la interpretación que da muy ingeniosamente a los documentos oficiales antiguos que señalan el límite austral de Chile en el estrecho de Magallanes (...) Si no son otros los títulos que tenemos para reclamar la parte de la Patagonia que se extiende al sur del grado 50, como V.S. me lo ordena, es necesario que reconozcamos entre nosotros que dichos títulos no merecen el nombre de tales, y que, si ellos no son bastantes para darnos derechos a reclamar de San Luis, de Córdoba y de Buenos Aires, tampoco lo son para autorizarnos a reclamar la Patagonia desde dicho grado al sur, mucho menos cuando desde ese paralelo, en que se encuentra el puerto de Santa Cruz, hasta la boca del Estrecho, hay además otros muchos varios puertos que los argentinos navegan y en los cuales esta República (Argentina) ejerce jurisdicción. En cuanto al dominio de todo el Estrecho, a mí me parece inútil reservárselo a Chile, porque ese dominio no nos daría la posesión exclusiva ni nos salvaría de que las demás naciones del mundo nos forzaran a respetar las leyes de libre navegación; por eso no había trepidado en ceder a la Argentina la parte de ese Estrecho que corre desde la Bahía Gregorio al oriente. "


El ofrecimiento de "renuncia" de la región patagónica por parte de Lastarria al gobierno de Mitre no constituyó un gesto aislado del diplomático chileno, sino que estaba de acuerdo con toda una línea que Encina llama “corriente conciliadora o americanista”. Esta había nacido, en el caso chileno, junto a los primeros incidentes entre autoridades chilenas y mendocinas por la cuestión de los potreros cordilleranos en marzo de 1845; se había congelado durante los reclamos de Rosas al dominio del estrecho de Magallanes en diciembre de 1847 (efectuados como réplica a la ocupación chilena de Fuerte Bulnes en 1843) y había renacido con la agresión del gobierno español a los países de América del Sur entre 1864 y 1867. Cabe recordar al respecto que tanto el bombardeo de Valparaíso y del Callao en 1866 como la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en México habían estimulado el americanismo en muchos países latinoamericanos como reacción a la intervención española y francesa. Este sentimiento americanista, por el cual la Argentina y Chile debían hermanarse y resolver de una vez y para siempre sus conflictos limítrofes, era un sentimiento que Lastarria compartía con otros miembros destacados de la clase política chilena, tales como Barros Arana, Matta, Vicuña Mackenna -éste tenaz crítico de Amunátegui-. Estos nombres tendrían un importante papel en las negociaciones con la Argentina. Para estos "americanistas" la posibilidad de guerra con la Argentina resultaba equivalente a una locura y, a diferencia del futuro canciller Adolfo Ibañez, percibían que la incorporación de la Patagonia a Chile sería un factor de debilitamiento del poder económico chileno. Encina, citando al "americanista" Vicuña Mackenna, afirma que la incorporación de la Patagonia, percibida como "tierra maldita",
sería arruinar a Chile, contrariar al menos su desarrollo. En esos momentos nos faltaban brazos, capital y cerebro para explotar nuestro valle central, pidiendo a gritos riego artificial; (...). En el norte, la minería clamaba por capitales y brazos. Con estos antecedentes, la mayor insensatez que se podía cometer era reñir con la Argentina por una comarca estéril, maldita por la naturaleza, donde nuestra escasa población y nuestros más escasos capitales se consumirían a fondo perdido. (...) Luego, después, dejarían nuestro flanco abierto oriental a las acometidas de un vecino, que ya no sería nuestro hermano, sino nuestro rival. Sin la Patagonia, Chile proseguiría su firme y segura expansión, libre de rivales. Con la Patagonia, a menos de dejarla como una cosa perdida, su crecimiento se debilitaría, como consecuencia del desgaste que importaba la anexión de un territorio, donde todo lo que se invirtiese sería agua vertida en un tonel sin fondo (...).
Pero paralelamente a la existencia de esta corriente americanista mencionada por Encina se produjo el creciente fortalecimiento de un sentimiento nacionalista en ambos países, provocado por el resultado exitoso de las guerras en que Chile y la Argentina participaron. El conflicto de la Triple Alianza -la Argentina, Brasil y Uruguay- contra Paraguay, y el de la Cuádruple Alianza -Chile, Perú, Ecuador y Bolivia- contra España si bien obligaron a la Argentina y Chile a aplazar sus problemas territoriales, produjeron el mencionado efecto que sería disfuncional para la solución del conflicto limítrofe. Por otra parte, Rauch señala como un dato interesante que existen indicios de que el gobierno chileno asistió con hombres y armas modernas a Felipe Varela -el montonero que intentó desafiar al gobierno de Mitre- en su invasión a La Rioja. Este hecho y otros posteriores en que el gobierno chileno intentó sacar provecho de los compromisos externos y los problemas internos del gobierno argentino -en la década de 1860, la Guerra del Paraguay y el conflicto entre el gobierno central y las montoneras provinciales; en la década de 1870, las invasiones indígenas y la posibilidad de guerra con el gobierno de Brasil- demostrarían según este autor que el gobierno de Chile, motivado por la disputa limítrofe, intentó desestabilizar a la Argentina y aprovechó esas circunstancias para comenzar la exploración y asentamiento en la costa patagónica.

El ofrecimiento de "renuncia" de la región patagónica por parte de Lastarria al gobierno de Mitre no constituyó un gesto aislado del diplomático chileno, sino que estaba de acuerdo con toda una línea que Encina llama “corriente conciliadora o americanista”. Esta había nacido, en el caso chileno, junto a los primeros incidentes entre autoridades chilenas y mendocinas por la cuestión de los potreros cordilleranos en marzo de 1845; se había congelado durante los reclamos de Rosas al dominio del estrecho de Magallanes en diciembre de 1847 (efectuados como réplica a la ocupación chilena de Fuerte Bulnes en 1843) y había renacido con la agresión del gobierno español a los países de América del Sur entre 1864 y 1867. Cabe recordar al respecto que tanto el bombardeo de Valparaíso y del Callao en 1866 como la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en México habían estimulado el americanismo en muchos países latinoamericanos como reacción a la intervención española y francesa. Este sentimiento americanista, por el cual la Argentina y Chile debían hermanarse y resolver de una vez y para siempre sus conflictos limítrofes, era un sentimiento que Lastarria compartía con otros miembros destacados de la clase política chilena, tales como Barros Arana, Matta, Vicuña Mackenna -éste tenaz crítico de Amunátegui-. Estos nombres tendrían un importante papel en las negociaciones con la Argentina. Para estos "americanistas" la posibilidad de guerra con la Argentina resultaba equivalente a una locura y, a diferencia del futuro canciller Adolfo Ibañez, percibían que la incorporación de la Patagonia a Chile sería un factor de debilitamiento del poder económico chileno. Encina, citando al "americanista" Vicuña Mackenna, afirma que la incorporación de la Patagonia, percibida como "tierra maldita",
sería arruinar a Chile, contrariar al menos su desarrollo. En esos momentos nos faltaban brazos, capital y cerebro para explotar nuestro valle central, pidiendo a gritos riego artificial; (...). En el norte, la minería clamaba por capitales y brazos. Con estos antecedentes, la mayor insensatez que se podía cometer era reñir con la Argentina por una comarca estéril, maldita por la naturaleza, donde nuestra escasa población y nuestros más escasos capitales se consumirían a fondo perdido. (...) Luego, después, dejarían nuestro flanco abierto oriental a las acometidas de un vecino, que ya no sería nuestro hermano, sino nuestro rival. Sin la Patagonia, Chile proseguiría su firme y segura expansión, libre de rivales. Con la Patagonia, a menos de dejarla como una cosa perdida, su crecimiento se debilitaría, como consecuencia del desgaste que importaba la anexión de un territorio, donde todo lo que se invirtiese sería agua vertida en un tonel sin fondo (...).
Pero paralelamente a la existencia de esta corriente americanista mencionada por Encina se produjo el creciente fortalecimiento de un sentimiento nacionalista en ambos países, provocado por el resultado exitoso de las guerras en que Chile y la Argentina participaron. El conflicto de la Triple Alianza -la Argentina, Brasil y Uruguay- contra Paraguay, y el de la Cuádruple Alianza -Chile, Perú, Ecuador y Bolivia- contra España si bien obligaron a la Argentina y Chile a aplazar sus problemas territoriales, produjeron el mencionado efecto que sería disfuncional para la solución del conflicto limítrofe. Por otra parte, Rauch señala como un dato interesante que existen indicios de que el gobierno chileno asistió con hombres y armas modernas a Felipe Varela -el montonero que intentó desafiar al gobierno de Mitre- en su invasión a La Rioja. Este hecho y otros posteriores en que el gobierno chileno intentó sacar provecho de los compromisos externos y los problemas internos del gobierno argentino -en la década de 1860, la Guerra del Paraguay y el conflicto entre el gobierno central y las montoneras provinciales; en la década de 1870, las invasiones indígenas y la posibilidad de guerra con el gobierno de Brasil- demostrarían según este autor que el gobierno de Chile, motivado por la disputa limítrofe, intentó desestabilizar a la Argentina y aprovechó esas circunstancias para comenzar la exploración y asentamiento en la costa patagónica.

El ofrecimiento de "renuncia" de la región patagónica por parte de Lastarria al gobierno de Mitre no constituyó un gesto aislado del diplomático chileno, sino que estaba de acuerdo con toda una línea que Encina llama “corriente conciliadora o americanista”. Esta había nacido, en el caso chileno, junto a los primeros incidentes entre autoridades chilenas y mendocinas por la cuestión de los potreros cordilleranos en marzo de 1845; se había congelado durante los reclamos de Rosas al dominio del estrecho de Magallanes en diciembre de 1847 (efectuados como réplica a la ocupación chilena de Fuerte Bulnes en 1843) y había renacido con la agresión del gobierno español a los países de América del Sur entre 1864 y 1867. Cabe recordar al respecto que tanto el bombardeo de Valparaíso y del Callao en 1866 como la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en México habían estimulado el americanismo en muchos países latinoamericanos como reacción a la intervención española y francesa. Este sentimiento americanista, por el cual la Argentina y Chile debían hermanarse y resolver de una vez y para siempre sus conflictos limítrofes, era un sentimiento que Lastarria compartía con otros miembros destacados de la clase política chilena, tales como Barros Arana, Matta, Vicuña Mackenna -éste tenaz crítico de Amunátegui-. Estos nombres tendrían un importante papel en las negociaciones con la Argentina. Para estos "americanistas" la posibilidad de guerra con la Argentina resultaba equivalente a una locura y, a diferencia del futuro canciller Adolfo Ibañez, percibían que la incorporación de la Patagonia a Chile sería un factor de debilitamiento del poder económico chileno. Encina, citando al "americanista" Vicuña Mackenna, afirma que la incorporación de la Patagonia, percibida como "tierra maldita",


"sería arruinar a Chile, contrariar al menos su desarrollo. En esos momentos nos faltaban brazos, capital y cerebro para explotar nuestro valle central, pidiendo a gritos riego artificial; (...). En el norte, la minería clamaba por capitales y brazos. Con estos antecedentes, la mayor insensatez que se podía cometer era reñir con la Argentina por una comarca estéril, maldita por la naturaleza, donde nuestra escasa población y nuestros más escasos capitales se consumirían a fondo perdido. (...) Luego, después, dejarían nuestro flanco abierto oriental a las acometidas de un vecino, que ya no sería nuestro hermano, sino nuestro rival. Sin la Patagonia, Chile proseguiría su firme y segura expansión, libre de rivales. Con la Patagonia, a menos de dejarla como una cosa perdida, su crecimiento se debilitaría, como consecuencia del desgaste que importaba la anexión de un territorio, donde todo lo que se invirtiese sería agua vertida en un tonel sin fondo (...)."


Pero paralelamente a la existencia de esta corriente americanista mencionada por Encina se produjo el creciente fortalecimiento de un sentimiento nacionalista en ambos países, provocado por el resultado exitoso de las guerras en que Chile y la Argentina participaron. El conflicto de la Triple Alianza -la Argentina, Brasil y Uruguay- contra Paraguay, y el de la Cuádruple Alianza -Chile, Perú, Ecuador y Bolivia- contra España si bien obligaron a la Argentina y Chile a aplazar sus problemas territoriales, produjeron el mencionado efecto que sería disfuncional para la solución del conflicto limítrofe. Por otra parte, Rauch señala como un dato interesante que existen indicios de que el gobierno chileno asistió con hombres y armas modernas a Felipe Varela -el montonero que intentó desafiar al gobierno de Mitre- en su invasión a La Rioja. Este hecho y otros posteriores en que el gobierno chileno intentó sacar provecho de los compromisos externos y los problemas internos del gobierno argentino -en la década de 1860, la Guerra del Paraguay y el conflicto entre el gobierno central y las montoneras provinciales; en la década de 1870, las invasiones indígenas y la posibilidad de guerra con el gobierno de Brasil- demostrarían según este autor que el gobierno de Chile, motivado por la disputa limítrofe, intentó desestabilizar a la Argentina y aprovechó esas circunstancias para comenzar la exploración y asentamiento en la costa patagónica.


jueves, 1 de octubre de 2009




El pueblo tehuelche o patagón (del mapudungun: chewel che "gente bravía") es un muy distinguido grupo de etnias amerindias de la Patagonia y la región pampeana.

Subgrupos: La clasificación de los pueblos que poblaron la Pampa y la Patagonia es confusa a causa de que se produjo la extinción temprana de algunos de ellos y porque las vastas extensiones impidieron que los exploradores que los reconocieron tomaran contacto con todos los grupos o, en otros casos, que las migraciones estacionales de los indígenas recorriendo grandes distancias hicieran que los exploradores sobreestimaran el número de individuos de un pueblo o el rango de distribución de una lengua. Conjuntamente con esto, la irrupción de los mapuches desde el oeste transformó profundamente la realidad cultural, mixogenizando y absorbiendo a las etnias de la Pampa y centro y norte de la Patagonia. Posteriormente la Conquista del Desierto finalmente condujo a la casi extinción de las comunidades indígenas. Además, a todo este panorama se suma el desacuerdo de los investigadores.

Organización social: Aunque móviles, sus movimientos grupales solían ser circuitos, predominantemente de oeste a este y viceversa. Durante cada temporada tenían sítios donde instalaban sus campamentos, llamados aik o aiken por ellos y tolderías por los españoles y criollos.

Cada una de sus agrupaciones estaba integrada por nexos de parentesco y tenía un territorio específico de caza y recolección; los límites solían estar precisados ancestralmente por accidentes muchas veces poco notorios: una loma, un abrevadero, una hondonada, un árbol importante. En caso de que una agrupación no pudiera satisfacer sus necesidades en su propio territorio, debía pedir permiso a agrupaciones vecinas de la misma etnia para aprovechar los recursos de sus territorios; una violación a esta norma solía implicar guerra.


Religión: Como en el caso de muchas otras etnias que no desarrollaron una estructura estatal o que fueron ágrafas, no poseían un sistema sectario religioso (liturgia y estructura vertical) como en occidente tal cual se suele entender comúnmente, es algo antojadizo; los tehuelches, como todos los pámpidos, tenían sistemas de creencias basados en mitos, y ritos, no existiendo un sacerdocio sino el tipo de función que suele ser llamada chamanismo. Sus chamanes ejercían la medicina con la ayuda de esos espíritus.




Biografía

Enemigo público número uno y a la vez tuvo una vida que resume buena parte de nuestra historia:

José Victorino Lastarria Santander (Rancagua, 23 de marzo de 18177 - Santiago, 14 de junio de 1888), escritor, político y revolucionario chileno. Hijo de Francisco Lastarria y Carmen Santander.

Estudió en su ciudad natal y luego se trasladó a Santiago, becado por el gobierno de Francisco Antonio Pinto para ingresar al Liceo de Chile, entonces regentado por José Joaquín de Mora. Mientras estuvo allí ocurrió la revolución conservadora de 1829, la cual triunfa en Lircay. Mora fue expulsado del país, hecho que motivó a Lastarria a tomar el camino revolucionario para derrocar a la dictadura que se estaba instalando.

Luego de egresar del Instituto Nacional, estudió variadas carreras, lo que le valió recibir los títulos de Geografía y abogado otorgados por la Universidad de San Felipe y el Instituo de Leyes y Sagrados Cánones.

En 1842, junto a un grupo de alumnos del Instituto Nacional, conforma la Sociedad Literaria de 1842 , establecido como ente para la difusión de ideas liberales, entonces prohibidas por el gobierno de Manuel Bulnes. Luego, en 1843 conformaría el plantel de profesores fundadores de la Universidad de Chile.

En 1848, con el recrudecimiento de la represión por parte del gobierno conservador de ese entonces, Lastarria se integra a la Sociedad de la Igualdad, grupo revolucionario que pretendía acabar con el gobierno de Prieto y la Constitución de 1833. En 1850, es detenido por el gobierno, el cual lo envía a Lima. En 1851, participa en la Revolución de 1851 que buscaba la anulación de las elecciones que dieron por ganador a Manuel Montt, la cual fracasa por la enérgica acción del gobierno. Lastarria escapa del país de vuelta a Perú mientras era sindicado como uno de los "diez hombres más buscados de Chile". Su hermano Manuel fue detenido por el gobierno.

Una vez fuera de Chile, Lastarria se unió a otros exiliados que buscaban apoyo internacional para sacar del poder al gobierno conservador que gobernaba el país. Por consejo de Francisco Bilbao, volvió a Chile en 1853, instalándose en Valparaíso, donde apoyó las movilizaciones en contra del gobierno y se convirtió a la masonería, institución por entonces no reconocida en Chile.

En 1859, tras el alzamiento popular que obligó a Antonio Varas a deponer su candidatura, Lastarria se transforma en uno de los principales personajes de la transición hacia el gobierno liberal que se produce entre 1861 y 1871 bajo el gobierno de José Joaquín Pérez. En esta época, además de decano de la facultad de Filosofía de la Universidad de Chile, fue nombrado Ministro de Hacienda, donde trató de imponer las ideas de la economía social de mercado, sin mucho éxito.

En 1860 publicó una notable fantástica en clave política, llamada Don Guillermo, que es la primera novela escrita en Chile, donde denuncia la falta de libertad social bajo los gobiernos conservadores a través de una alegoría que entronca con la mitología y leyenda mapuche. Obra breve, pero intensa, que le valió tanto éxito como animadversión en aquellos convulsionados años en que la administración del Estado cambió del ala conservadora, a la corriente liberal. En 1862 vuelve a Lima, esta vez como embajador, donde debe enfrentar en 1864 la agresión de España contra Perú, hecho que motivaría a Chile a declarar la guerra contra los españoles.

Tuvo un pensamiento pacifista y americanista como manifestó en enero de 1865, como diplomático en una misión a La Plata, Argentina, “lamentablemente se extralimitó –dice una fuente– en las instrucciones que había recibido de la Chancillería y entregó al gobierno argentino una proposición que importaba la renuncia a las nueve décimas partes de la patagonia, a la mitad del estrecho de Magallanes y de Tierra del Fuego”.

En 1876 fue designado por el presidente Aníbal Pinto como Ministro del Interior. En su período se creó el Diario Oficial, que se transformó en el boletín oficial del gobierno. En 1879, con motivo de la Guerra del Pacífico, Lastarria fue enviado a Brasil con el objeto de evitar que ese país entrara a apoyar a alguno de los enemigos, tarea que culminó con éxito.

En 1883, juró como ministro de la Corte Suprema.

Falleció en Santiago, el 14 de junio de 1888.